“El único fundamento sólido que podemos dar a la ciencia de la naturaleza humana debe basarse en la experiencia y la observación” (Hume)
“Las impresiones son los elementos originales del conocimiento. Las ideas derivan de las impresiones” (Hume)
“La naturaleza me cura de todo delirio filosófico” (Hume)
La Filosofía de David Hume
Hume es considerado la figura más importante en el siglo XVIII de la corriente filosófica del empirismo. El empirismo surgió como reacción al racionalismo del siglo XVII, estableciéndose así dos corrientes filosóficas opuestas sobre el modo en que el ser humano concibe la realidad.
El racionalismo nació con Descartes. Según el racionalismo, la razón es la única fuente de conocimiento. Los racionalistas creían en la existencia de ideas universales e innatas que son independientes de la experiencia, que permiten interpretar nuestro entorno.
El empirismo nació en Gran Bretaña en el siglo XVII con John Locke. Según el empirismo, solo la experiencia es la fuente y el límite de nuestros conocimientos. Los empiristas negaban la existencia de conocimientos innatos. Cuando nacemos la mente es una “tabula rasa” en la que no hay nada impreso. Las ideas son representaciones de la realidad en nuestra mente. En sus inicios, el gran proyecto del empirismo era descubrir el origen, validez y extension del conocimiento humano.
En la filosofía antigua, la referencia era el mundo externo, la ontología. En la filosofía medieval la referencia era Dios. La filosofía moderna nació con la dualidad racionalismo-empirismo, y el hombre y su mente como centro de la reflexión filosófica, el mundo interno, la epistemología. La epistemología es la rama de la filosofía que trata de la naturaleza del conocimiento y cómo lo adquirimos.
Hume era un empirista radical, totalmente contrario a la concepción racionalista de la naturaleza humana. Sus predecesores empiristas fueron Locke y Berkeley, de los que estuvo fuertemente influido. Su filosofía influyó claramente en Kant, quien afirmó que la obra de Hume le despertó de sus “sueños dogmáticos”. También influyó en Darwin y su teoría de la evolución. Además influyó directamente en la corriente filosófica del positivismo, corriente filosófica que sostiene que el único conocimiento válido es el de tipo científico verificable experimentalmente.
Hume fue un filósofo escéptico que, sin prejuicios, intentó llegar a las últimas consecuencias del empirismo aplicando los métodos de la investigación experimental en el estudio de la naturaleza humana, su mente y su entendimiento, intentando descubrir su poder, su capacidad y sus límites.
El empirismo de Hume puede ser incluido en el ámbito de la Ilustración, movimiento cultural nacido en Francia y cuyo marco conceptual fue la Revolución Francesa. Su tesis fundamental es que el saber nos hace libres, y que ese saber se construye científicamente.
Hume es considerado hoy día como el perfecto exponente del naturalismo filosófico. El naturalismo filosófico considera a la naturaleza como el principio fundamental y único para comprender la realidad. Hume fue un empirista naturalístico que renunció a apelar a lo metafísico o supernatural para explicar la naturaleza humana.
Hume también se considera el precursor de la ciencia cognitiva, el estudio científico de la mente.
La “ciencia del hombre”
Hume intentó desarrollar una “ciencia del hombre” (o ciencia del entendimiento humano), una especie de ciencia fundamental o universal que fundamentaría a las demás disciplinas (incluyendo la matemática y la filosofía natural), porque todas ellas están de una u otra manera vinculadas al hombre. Para ello buscó los principios comunes a todas ellas. Esta ciencia universal explicaría la naturaleza de las ideas que empleamos y las operaciones que realizamos con ellas. Hume esperaba que esta ciencia aclararía todo y pondría fin a la confrontación entre las diversas teorías filosóficas existentes.
Hume quería reformar la filosofía de su tiempo, que consideraba que estaba en un lamentable estado, embrollada en interminables disputas. El problema era que esta filosofía se basaba en hipótesis, en especulaciones e invenciones, en lugar de la experiencia y la observación. Hume quería aplicar el método científico, sin suposiciones a priori, sin apelar a la metafísica, con argumentos claros, fáciles de entender. En la introducción a su “Tratado” (Treatise of Human Understanding) −considerada como su obra más importante− proponía “un sistema completo de las ciencias basada en un fundamento completamente nuevo”: el estudio científico de la naturaleza humana.
Aunque Hume no lo menciona expresamente, estuvo fuertemente influenciado por Newton. Hume aceptó la máxima “Hypothesis non fingo” (no hago hipótesis), una frase famosa empleada por Newton en su ensayo “The General Scholium”, que se publicó en la segunda edición de su obra “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica”. Se llama “escolio” (scholium, en latín) a una nota o breve comentario que se inserta en un documento o publicación. La nota de Newton era su respuesta a los que le exigían una explicación de la causa de la gravedad, más allá de las leyes matemáticas que rigen este fenómeno.
Según Newton, la metodología científica debe ser ante todo experimental e inductiva. Todas las leyes de la naturaleza deben descubrirse por observación y experimentación. Para Hume, el único método válido es el que aplicó Newton al mundo físico, y es el método que había que aplicar en la ciencia del hombre.
Hume describe su estudio científico de la naturaleza humana como una clase de “geografía mental” o “anatomía de la mente”. Pero Hume quería ir más allá de una simple descripción de la mente. Quería descubrir sus “principios secretos”. Quería descubrir en el mundo interior, el mundo de la mente, unas leyes como las que descubrió Newton para el mundo físico. El logro de Newton fue el ser capaz de explicar la diversidad y complejidad de los fenómenos físicos mediante unos pocos principios generales, unas leyes de economía, unas leyes simples.
Hume quería explicar también todos los fenómenos mentales a partir del menor número posible de principios simples y generales o universales, pero todos ellos derivados de la experiencia. Creía que todo, incluida la mente, era accessible a la experiencia.
La percepción
La ontología empirista de Hume es muy simple: la percepción es la única entidad que existe. Todos los contenidos de la mente proceden de la percepción, de la experiencia sensible.
Las percepciones son entidades diferenciadas, distinguibles unas de otras. Por ejemplo, hay una clara diferencia entre percibir un dolor físico y percibir una puesta de sol. Y lo mismo ocurre con las ideas, las percepciones de la mente.
Las percepciones pueden ser simples o complejas. Las percepciones simples son las que no pueden distinguirse partes. Las percepciones complejas son las que pueden distinguirse sus componentes.
Hay dos tipos de percepciones: impresiones e ideas.
Las impresiones
Las impresiones son las percepciones fundamentales. Son los datos de los sentidos, de la experiencia del mundo físico externo.
Las impresiones pueden ser de dos tipos: sensaciones y reflexiones. Las sensaciones (o impresiones primarias) corresponden a la acción de los sentidos, incluyendo las sensaciones de dolor y placer. Las reflexiones (o impresiones secundarias) son las producidas por el ejercicio interno de la mente.
Las impresiones pueden ser simples o complejas. Una impresión simple es, por ejemplo, la percepción de un color. Una impresión compleja es, por ejemplo, la percepción de una ciudad o escuchar una sinfonía.
Las ideas
Las ideas son reproducciones o imágenes difuminadas de las impresiones. La diferencia que existe entre impresiones e ideas es simplemente de intensidad con que las percibimos. Las impresiones son contenidos mentales más intensos. Las ideas son contenidos mentales menos intensos.
Las ideas son el recuerdo del objeto ausente. Son realidades abstractas e inmateriales que nos guían en el conocimiento y reconocimiento de las cosas. Las ideas no son nada concreto. Son a la vez todos los particulares de un grupo que producen en la mente impresiones muy similares.
La relación que existe entre las impresiones y las ideas es la misma que la existe entre original y copia. Las impresiones son los elementos originales del conocimiento. Las ideas derivan de las impresiones.
Las ideas son copias o representaciones desvaídas de las impresiones en la mente, y guardan cierta semejanza con las impresiones. Son imágenes mentales generadas por las impresiones. La naturaleza de las ideas es más ambigua y abstracta, al no tener los detalles que corresponden a impresiones determinadas.
El “principio de copia” es el primer principio de la ciencia de la naturaleza humana. Este principio es una tesis empírica que Hume justifica con un contraejemplo:
Imagina a alguien que ha tenido la experiencia de todos los colores excepto un cierto grado de azul. Si a esa persona le presentamos ordenados todos los grados de azul que existen, del más oscuro al más claro, detectará inmediatamente que falta ese grado de azul que no ha experimentado.
Las ideas, como las impresiones, pueden ser simples o complejas. Las ideas simples son copias de impresiones simples, como la idea de un color. Las ideas complejas pueden ser copias de impresiones complejas, o pueden ser elaboradas por la mente a partir de otras ideas simples o complejas mediante la operación de mezclarlas o combinarlas.
Las ideas simples son siempre reflejo de las mismas impresiones. Las ideas complejas no reflejan exactamente las impresiones complejas.
Las ideas simples derivan de impresiones simples. Las ideas complejas derivan de impresiones complejas. Hay una correspondencia exacta entre una idea simple y una impresión simple. Las impresiones simples preceden y son la causa de las correspondientes ideas simples.
La posición de Hume es contraria a la de Platón, según el cual las ideas son la causa de que los objetos que percibimos sean de una determinada manera; las ideas son los modelos de los objetos; los objetos son copias imperfectas de las ideas. Es un proceso de causalidad descendente: de las ideas a las percepciones.
El pensamiento de Hume se parece más al de Aristóteles: las ideas son abstracciones de los objetos sensibles. Es un proceso de causalidad ascendente: de las percepciones a las ideas.
Las leyes de asociación de ideas
Las ideas (o contenidos mentales) están vinculadas entre sí. Una idea atrae a otras ideas, del mismo modo que en el mundo físico un cuerpo atrae a otros por la acción de la gravedad. Las fuerzas que unen unas ideas con otras son “fuerzas suaves”. Como consecuencia de estas fuerzas, las ideas se suceden unas a otras en nuestra mente. Gracias a las conexiones naturales entre ideas, formamos espontáneamente ideas complejas a partir de ideas simples.
Siguiendo el éxito de Newton con su ley de la gravitación universal, Hume elaboró también unas leyes de la mente, unas leyes descriptivas, no explicativas, como ocurre con la gravitación, que se sabe cómo funciona, pero se desconoce su causa. A partir de las leyes (o principios generales) de asociación de ideas, Hume pretendía elaborar una teoría general o universal de la naturaleza humana.
Las leyes de asociación de ideas regulan el paso de una idea a otra, y se fundamentan en la imaginación, no en la razón. Estas leyes no son leyes deterministas, sino que están regidas por la probabilidad. De la asociación de ideas solo conocemos sus efectos, no sus causas.
Las ideas se combinan mediante leyes de asociación. Las leyes de la asociación de ideas son tres: la ley de semejanza, la ley de contigüedad en el tiempo y en el espacio, y la ley de causa y efecto.
Ley de semejanza.
Las impresiones pueden compartir propiedades comunes. Esto produce también semejanza en las ideas que corresponden a esas impresiones.
Nuestra mente tiende a reproducir ideas semejantes. Por ejemplo, un retrato lleva de forma natural o espontánea a pensar en el original, o un cuadro conduce nuestra mente hacia lo representado.
Ley de contigüedad.
Las ideas que se han vivido juntas tienden a aparecer juntas. Esta ley está en la base de la formación de ideas complejas. Por ejemplo, cuando percibimos un objeto que tiene ruedas, carrocería, volante, etc. nos lleva a la idea compleja de “coche”.
Ley de causalidad (o de causa y efecto).
El principio de causalidad, en su sentido general, afirma que todo lo que existe debe tener una causa de su existencia. En su sentido particular va asociado a fenómenos naturales.
Esta ley es la única de las tres leyes de asociación que permitiría una inferencia más allá de los datos sensoriales. Pero Hume la niega, no creía en la causalidad porque afirma que se trata solo de asociación de ideas. No hay impresión del nexo entre causa y efecto.
En efecto, tras la observación de la existencia de contigüedad espacial de dos eventos, de su sucesión en el tiempo, y de la reiterada experiencia de esta relación entre ambos, se crea en nuestra mente la predisposición a evocar la idea del segundo (al que consideramos “efecto”) si está presente la idea del primero (al que consideramos “causa”).
Las causas y los efectos no pueden ser descubiertas por la razón, sino por la experiencia. Por ejemplo, si oímos una voz en la oscuridad, estamos seguros de la presencia de una persona.
La causalidad no es algo real. Solo es una operación de nuestra mente basada en la costumbre o hábito de observación. Es solo una asociación de ideas por contigüedad de fenómenos. Por lo tanto, todos los fenómenos naturales están basados en “creencias”.
La creencia es un sentimiento profundo que acompaña a una asociación persistente de ideas. Incluso creer que las cosas siguen existiendo cuando no son percibidas también es una creencia.
Realmente las tres leyes de asociación de ideas se reducen a dos, pues la ley de causa-efecto se reduce a la contigüedad regular entre dos eventos en el espacio y en el tiempo.
Conocimiento
Los conocimientos solo derivan de la experiencia. El límite de nuestros conocimientos son las impresiones y sus efectos (las ideas). Las ciencias naturales se basan en afirmaciones que solo tienen sentido cuando se refieren a una experiencia posible.
La teoría del conocimiento de Hume se denomina “fenomenismo” porque reduce la realidad a los únicos fenómenos, que son las impresiones. Solo podemos estar seguro nada más que de las impresiones.
Una idea es verdadera si podemos señalar la impresión de la que deriva, ya que nuestro límite de nuestro conocimiento son las impresiones. Una idea es falsa si no existe la correspondiente impresión.
Para Hume, la inducción es siempre incompleta, ante la imposibilidad de comprobar todos los casos particulares. Esta posición coincide con la de Popper y Kuhn, que consideran que no hay justificación alguna para pasar de enunciados particulares a enunciados universales.
Hume fue nominalista, como Occam: no existen ideas generales. Solo hay ideas particulares vinculadas por semejanza y que se asocian, por comodidad, a un término del lenguaje.
Relaciones de ideas y cuestiones de hecho
Siguiendo la distinción hecha por Leibniz entre verdades de razón y verdades de hecho, Hume distingue dos tipos de conocimiento: relaciones de ideas y cuestiones de hecho.
En las relaciones de ideas, el principio de contradicción es la guía para determinar su verdad o falsedad. Las proposiciones correspondientes pueden demostrarse mediante la lógica.
Las relaciones de ideas expresan verdades de razón, relaciones formales entre ideas sin apelar a cuestiones de existencia o de hecho, es decir, con independencia de lo que pueda existir en el mundo físico. Son relaciones necesarias. Pertenecen a las ciencias formales de la geometría, aritmética y álgebra. Las relaciones de ideas derivan de la lógica, por razonamiento, sin recurrir a la experiencia. Por ejemplo, el teorema de Pitágoras (geometría), 2+2 = 4 (aritmética) y a+a = 2a (álgebra).
Las cuestiones de hecho dependen solo de las experiencias, y no es posible llegar a ellas por razonamiento. No pueden ser investigadas de la misma manera que las relaciones de ideas, porque lo contrario de un hecho es, en principio, siempre posible y no implica contradicción. No hay contradicción en la proposición “El sol no saldrá mañana” ni es menos inteligible que “El sol saldrá mañana”. Las proposiciones correspondientes están regidas solo por probabilidades. Hume niega que exista un conocimiento absolutamente firme, incluido el científico, pues todo nuestro conocimiento está regido por la probabilidad; no tenemos conocimiento cierto, sino solo probable.
Todas las leyes de la naturaleza podrían ser diferentes de como son; es algo imaginable. Todo razonamiento relativo a cuestiones de hecho parecen estar basado en la relación causa-efecto. En las cuestiones de hecho no hay conocimiento cierto. Universalidad y necesidad solo caben en las ciencias formales. La ciencia real está regida por la probabilidad.
Memoria e imaginación
Hume admitía la existencia de la facultad de la memoria, junto con la imaginación.
La memoria reproduce las impresiones, guardan el orden y forma de las impresiones originales.
La imaginación es la facultad de combinar ideas simples para crear ideas complejas, generándose así los “objetos” de nuestra experiencia diaria. El pensamiento y el razonamiento nacen de la imaginación.
La interacción entre la imaginación y la memoria es la responsable de las ficciones, cosas que no existen (como los conceptos de sustancia, identidad personal y relaciones causales), que se producen como reacción a los tres leyes de asociación de ideas: semejanza, contigüedad y causalidad.
La imaginación está sometida a las leyes de asociación de ideas. Los principios de la asociación de ideas guía las actividades de la imaginación, se imponen a la imaginación, la determina, la ordena, la hace aparecer como memoria, entendimiento, fantasía, etc.
Cuando la mente recibe impresiones, éstas pueden aparecer de dos modos: como memoria o como imaginación. Las ideas de la memoria son más fuertes que las de la imaginación, pues la memoria preserva el orden y la forma de las originales. La imaginación, sin embargo, es libre de alterar y trastocar las ideas.
La imaginación es creativa e ilimitada. Puede combinar formas y apariencias incongruentes, más allá del universo y concebir lo que nunca ha visto u oído contar. El poder creativo de la imaginación se reduce a la facultad de mezclar, trasponer, aumentar o disminuir las percepciones. Nada está más allá del poder de la imaginación excepto lo que implica contradicción.
El mundo externo
El empirismo supone, en general, la aceptación de la existencia de un mundo exterior al sujeto, que es la causa de sus impresiones. Locke había aceptado la existencia del mundo afirmando que la realidad extramental es la causa de las impresiones. Berkeley era un defensor del idealismo; no creía en un mundo exterior, solo en las percepciones.
Según el análisis radical de Hume, la experiencia no implica la existencia de un mundo externo, pero esta interpretación puede ser aceptada como concesión al sentido común, por ser una creencia razonable y muy arraigada, pero que no se puede demostrar. Sabemos que tenemos impresiones, pero no sabemos de donde vienen. No podemos demostrar que las impresiones correspondan a una realidad extramental. La realidad está fuera de nuestro alcance.
Sustancia
En filosofía, sustancia es el fundamento de la realidad, de todo lo que existe, lo que sustenta los fenómenos superficiales.
Hume pone en tela de juicio la idea de sustancia una idea que había sido el pilar de la metafísica occidental porque no existe ninguna impresión que la fundamente. No existe una “sustancia de la mente”. De existir tal sustancia, daría cuenta, entre otras cosas, de la identidad personal. No solo no hay idea de mente como sustancia, sino que tampoco hay necesidad de ello, puesto que las percepciones existen por sí mismas.
La sustancia de la mente es solo un conjunto de de ideas o impresiones particulares que recibimos en cada momento y que habitualmente encontramos unidas o que une la imaginación. Es la teoría conocida como “bundle theory” (teoría del paquete) de la identidad personal. Una persona puede considerarse nada más que un conjunto de diferentes percepciones que se suceden unas a otras en perpetuo flujo y movimiento. La mente es como un teatro donde las percepciones aparecen sucesivamente. Es un teatro cuyo emplazamiento ignoramos y del que no sabemos de qué esta hecho.
Descartes y Locke habían aceptado la existencia de la realidad del “yo”, del cual tenemos una certeza intuitiva, inmediata y evidente. Descartes creía en la existencia del alma como esencia del ser humano, considerándola una sustancia inmaterial, inextensa y eterna.
Hume fue más lejos, al negar la validez objetiva del “yo”, pues no existe ninguna impresión, que además debería ser constante. No podemos tener certeza de que exista el alma, el yo o la mente, porque no podemos señalar las impresiones de las cuales derivan esas ideas.
Locke decía que Dios era la causa de nuestra existencia. Berkeley decía que Dios es la causa de nuestras impresiones. Para Hume, no hay causas, por lo que no hay Dios.
Hume no creía en la libertad. Para él no existe la libertad porque para escoger entre varias alternativas sería necesario que una mente escogiera. Pero la mente no es más que una sucesión de estados mentales. La libertad y la causalidad son solo ficciones creadas por la mente humana para ordenar el mundo, ficciones asociadas al hábito y la rutina.
Física y metafísica
Tenemos la idea de los objetos materiales porque los experimentamos como percepciones. También tenemos la idea de espacio porque lo experimentamos: el espacio está constituido por elementos perceptibles.
La metafísica nunca ha sido una ciencia, sino un vano deseo de penetrar en lo impenetrable. Hay que liquidar para siempre las inabordables cuestiones metafísicas.
Este cuestionamiento de la metafísica como conocimiento alcanzaría su culminación en el siglo XX, con la corriente del positivismo lógico (o empirismo lógico).
MENTAL vs. La Filosofía de Hume
Mundo interno - mundo externo.
Según Hume, existe una estrecha relación entre mundo externo y mundo interno, en donde el mundo externo es el principal (o primario) y el mundo interno, un mundo subordinado y reflejo del externo. Ambos están ligados por las percepciones.
Desde el paradigma MENTAL, la naturaleza no es el principio fundamental, no es el fundamento de todo conocimiento. La naturaleza es solo una manifestación de los arquetipos de primarios. MENTAL es la verdadera “sustancia”, el fundamento de todo lo que existe, de todas las ciencias y de los mundos posibles.
Leyes de la mente.
Para Hume, las leyes de la mente son las leyes de asociación de ideas. Pero las leyes más profundas y abstractas son las que se establecen entre los arquetipos primarios.
La mente se fundamenta en grados de libertad, que son los arquetipos primarios. Con ellos se pueden construir, por ejemplo, expresiones matemáticas y aplicaciones informáticas.
Hume buscó las leyes que gobiernan la mente, pero no llegó a descubrir su esencia. La esencia de la mente se basa precisamente en los grados de libertad, que son los arquetipos primarios.
Imaginación.
Para Hume, la imaginación está sujeta a las leyes de la mente y no puede haber contradicción. En MENTAL, la imaginación también está sujeta a las arquetipos primarios, pero se pueden construir “expresiones imaginarias” en la combinatoria de los arquetipos primarios.
Unión de opuestos.
MENTAL armoniza racionalismo y empirismo, asi como ontología y epistemología. Mundo interno y mundo externo son manifestaciones de los arquetipos primarios. Mundo interno y mundo externo tienen el mismo fundamento: los arquetipos primarios.
Teoría de la mente.
Hume intentó desarrollar una teoría de la mente. MENTAL es una teoría y un modelo de la mente basados en los arquetipos primarios. Y es un paradigma universal, así como el fundamento de las ciencias formales y de la filosofía pues las primitivas son también categorías filosóficas.
Simplicidad y complejidad.
Hume quiso descubrir las ideas simples fundamentales y cómo estas se combinan para crear ideas complejas. Intuyó que el fundamento de la mente debería ser simple y que también su combinatoria debería ser simple.
El fundamento de MENTAL es simple: los arquetipos primarios, que son conceptos claros y simples. Su combinatoria son también los propios arquetipos primarios que producen expresiones de cualquier grado de complejidad. Estos arquetipos son independientes entre sí, pero se combinan para crear leyes universales.
Adenda
El “Tratado” de Hume
El Tratado (Treatise of Human Understanding) de Hume fue una obra juvenil. En 1734 (con solo 23 años) publicó los dos primeros volúmenes. En 1740 publicó el tercer volumen, que incluía un apéndice, que era un compendio con el que trataba de hacer más asequibles sus ideas.
El Tratado fue una obra anónima, que pasó desapercibida, aunque su autoría era bien conocida en círculos intelectuales. Hume reconoció su autoría en sus últimas obras, primero en My Own Life y posteriormente en una nota añadida a la edición de 1777 de Essays and Treatises on Several Subjects.
El Tratado fue posteriormente rechazado por Hume, al menos parcialmente. Lo consideró una obra fallida. Sin embargo, hoy día se considera la obra más importante de Hume y una de las obras más importantes de la filosofía occidental.
En 1748 apareció el que se suele denominar “primer Enquiry”: An Enquiry concerning Human Understanding, que cubría las ideas principales del libro I del Tratado, y su discusión de la libertad y la necesidad del libro II.
En 1751 publicó el segundo “Enquiry”: An Enquiry concerning the Principles of Morals, una refundición del libro III del Tratado, que consideraba su mejor obra. Cuando Hume habla de “Morals” se refiere a todo lo concerniente a la naturaleza humana, y no solo ética, como él mismo lo aclara al comienzo de su primer Enquiry. Llama “filosofía moral” a “la ciencia de la naturaleza humana”, a la quería aplicar el método experimental.
Método de identificación cognitiva de términos
El método usado por Hume consistía en lo siguiente. Se empieza con un término y se pregunta por la idea asociada a ese término. Si no se identifica ninguna idea, el término no tiene contenido cognitivo. Si existe la idea y es compleja, hay que descomponerla en ideas simples e identificar las impresiones originales. Si el proceso falla en algún punto, el término no tiene contenido cognitivo. Si el proceso es exitoso, se tiene una definición exacta de ese término.
Hume usó este método para mostrar que muchos términos tradicionales de la metafísica no tienen contenidos inteligibles.
Bibliografía
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